lunes, 25 de febrero de 2013

"La Huella"


Por donde pases, deja una huella.
Para eso, no es necesario que pises fuerte, que te hagas notar con autoritarismo, que trates de llamar la atención con bombos y platillos.
No… No son tus voces de mando, ni tu aspereza, ni tu rigor
lo que marcara el lugar que has ocupado en el trabajo o en tu casa.
Será.. eso de ti que has dado con amor; la palabra al que necesitaba aliento;
la sonrisa al que se acercaba a ti; el consejo al que te lo pedía,
la generosidad para comprender los motivos que llevan a algunos a cometer errores, a herir, a golpear.
Cuando no te agradecen algo que has hecho por otro…
piensa que no lo has hecho con sinceridad…
pues siempre se agradece lo que es generoso, auténtico.
Conozco mucha gente que solo hace favores para que se los agradezcan,
o para pregonarlos y que digan: “que bueno”, “que maravilla”.
Esos no dejan huellas, ni corazones encendidos con lámparas votivas.
Para dejar una huella, hay que quedarse un poco en lo que se hace;la tiza dibujando palabras en el pizarrón del grado,
la esposa planchando la camisa del marido,
la mano apretando con tibieza la manito del hijo…
Para dejar una huella…
chiquita como una corola de violeta, no importa su tamaño,
sino el signo que indique que pasaste por allí.

"A veces te preguntas"


A veces te preguntas con un nudo en la garganta,

si vivir es “esto”.
Y “esto” quiere decir el sacrificio,
las cuentas que debes pagar,
el sueño a la mañana cuando suena el despertador
que te saca de la cama tibia
para que marches al empleo.
“Esto” quiere decir la rutina, los platos por lavar,
el vestido que ya no se usa.
“Esto” quiere decir el apuro, la falta de tiempo,
la postergación obligada de…tantas cosas
que querías tener, que querías hacer.
Y te preguntas si vivir es “esto”,
y no miras tus manos,
no miras que tus pies descalzos
pueden caminar sobre el trébol mojado.
No miras tu cuerpo sano,
tus brazos que al cerrarse pueden abrazar a los hijos,
al hombre querido, o posarse sobre el hombro de la amiga,
del amigo.
Y no hueles hondamente el olor del verano que se acerca.
Y no te metes en los ojos las copas verdes de los árboles
callejeros o de las plazas.
Porque vivir también es esto otro:
sentir profundamente todo, la pena y la alegría.
Salir de los abismos disparada hacia el cielo,
dejar que el alma se nos escape a volar con las alondras,
cerrar los ojos, cuando la realidad es dura,
y con los ojos cerrados volver a caminar
por los senderos que fueron hermosos.
Y luchar. Luchar por lo que amamos.
Y a veces llorar, como ahora,
con estas lágrimas tibias,
con estas lágrimas que tienen nuestra temperatura,
porque estamos vivos.
corazon frasquito2